Pensando en encarar las diferencias entre
psiquiatras, psicoterapeutas, psicólogos, trabajadores sociales, tanatólogos, y
otras modalidades de terapia en la Salud Mental primero hay que determinar los
supuestos teóricos bajo los cuales se sustentan. La respuesta a las diferencias
entre estos modos de tratamiento se encuentra, justamente, en los marcos
teóricos bajo los que sustentan el desarrollo y aplicación de su conocimiento.
De forma general todos ellos se dedican a la Salud Mental; buscan dependiendo
sus técnicas, aliviar el sufrimiento de una persona por un problema o situación
mental. Entonces, entender la salud en su definición amplia, es también
entender que aunque haya diferencias en los modelos explicativos de las disciplinas
que tratan la salud mental, al final el objetivo terapéutico e inclusive
explicativo es el del bienestar del ser humano como ser biopsicosocial.
Un ejemplo que parece salirse del cuadro es el del
trabajador social, sin embargo su labor en las comunidades, en la familia, en
relación con el consumo de sustancias o con problemas sociales como la
prostitución o la violencia de pandillas, en el apego terapéutico, en las
mejoras en las relaciones inter e intrafamiliares es de suma importancia para
lograr, no solo la funcionalidad, sino una mejor calidad de vida del paciente y
las personas a su alrededor, inclusive, en muchas ocasiones, sus comunidades.
Otro ejemplo, que muchas veces podría pensarse
radicalmente opuesto al de las psicoterapias, es la del psiquiatra. El
psiquiatra es, en principio, un médico con una especialidad en el tratamiento
de los trastornos mentales; ciertamente se dedica a la Salud Mental pero su
campo de enfoque es el de los trastornos mentales –es decir, aquellos problemas
que se han salido de la normalidad, que crean una disfunción personal y social,
y que de forma característica están descritos en libros de psiquiatría y
manuales estadísticos e epidemiológicos. Por poner un ejemplo al respecto,
sería sumamente raro que un psiquiatra trate una adicción al internet o que
vaya a una barrio bajo a organizar actividades dentro de una pandilla. Por el
contrario el psiquiatra frecuentemente ve depresiones de larga evolución,
complejas y que han intentado ser tratadas por terapeutas o médicos de otras
especialidades sin éxito o pacientes con complejos cuadros psicóticos que ninguna
otra persona estaría dispuesta a tratar.
La complejidad interdisciplinaria en el campo de la
Salud Mental se debe, principalmente, a la complejidad del concepto. Al momento
de enfrentar los modelos explicativos de los diferentes profesionales pareciera
no ser suficiente con citar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su
concepto de salud, ni lo es tampoco sólo hablar de normalidad, bienestar o
felicidad. La realidad, es que la percepción, a través de las disciplinas
científicas está muy asociado con los marcos teóricos explicativos bajo los
cuales se han formado y basados en la evidencia de los resultados que han
obtenido y, como sucede en otras ramas del conocimiento, existe una reticencia
a permanecer abiertos a posibilidades que no se apeguen a los supuestos
teóricos que constituyen un modelo de acceso al conocimiento. Así, aunque todos
los especialistas en salud mental aborden a ésta de una u otra forma, los
modelos mediante el cual lo hacen son diferentes y muchas veces genera una
natural desconfianza hacia otros modelos explicativos. Esto es un problema
científico que no necesariamente hace incompatibles a las disciplinas que
tratan la Salud Mental sino, al contrario, debe superarse –y se está haciendo– para
descubrir que se complementan la mayoría de las veces y le dan ese carácter
biopsicosocial que es indispensable en el abordaje de los problemas
relacionados con la Salud Mental.
En este sentido es importante determinar los
objetivos en sí del marco conceptual que se tiene de la Salud Mental de una
determinada disciplina para de ahí tener la capacidad de observar de manera más
abierta los diferentes marcos teóricos que existen al respecto. Este problema
no exclusivo de la Salud sino que se ha observado en toda la historia de la
Ciencia, desde las primeras observaciones hechas por Copérnico acerca del
movimiento de la tierra enfrentando a la doctrina de la Iglesia, hasta
actualmente las teorías físicas clásicas y cuánticas. Así, el psicoanalista
quizá busque aceptar el síntoma de forma en que se modifiquen los mecanismos
mediante los cuales enfrente al trastorno mental; el psicólogo cognitivo
conductual buscará modificar las creencias equivocadas asociadas a determinado
patrón de conducta; el trabajador social buscará integrar socialmente al
individuo en su contexto fomentando su mejor interrelación; mientras que el
psiquiatra buscará realizar una modificación en la bioquímica cerebral basado
en la evidencia farmacológica que existe y los modelos biológicos explicativos
de los trastornos mentales.
Si bien es cierto que, de forma general, todos buscan
mejorar la Salud Mental, es aquí, en la definición de Salud Mental donde muchas
veces surgen las diferencias: pareciera borrarse ese carácter biopsicosocial
para únicamente prestarle atención a un modelo biológico o social o psicológico.
Frecuentemente un psicólogo con una formación más conductual o social se
opondrá al tratamiento farmacológico de un trastorno por déficit de atención e
hiperactividad argumentando que se trata de un problema de crianza y que se
deben modificar las conductas a través de formas constructivas de
establecimiento de límites y modificaciones cognitivas. El psicoanalista
argumentará que una depresión está vinculada a eventos de las pulsiones y
mecanismos de defensa por lo que el tratamiento es abordar el desarrollo
psicosexual para reinterpretar los síntomas que están asociados a un déficit en
la elaboración de los duelos o de los vínculos materno-filiales. O quizá el
trabajador social, el antropólogo o el sociólogo, asocie más la esquizofrenia a
un problema de mensajes confusos y ambivalentes que precipitan situaciones sin salida en el enfermo
mental. Mientras que el psiquiatra defenderá a capa y espada que el trastorno
obsesivo compulsivo está estrechamente vinculado con alteraciones en la
neurotransmisión serotoninérgica y el tratamiento debe ser con fármacos
asociados a esta vía de comunicación neuronal.
Como podrán observar, en la procuración de la Salud,
existe un marco teórico muy diferente entre los diversos enfoques y es
complicado asegurar que tal o cual tipo de abordaje es mejor que otro, cuando
se quiere fragmentar al hombre en una entidad con componentes psicológicos,
biológicos y sociales independientes se pasa por alto que, en realidad se está
hablando de lo mismo: salud. Desde el momento en que la ciencia se desarrolla
en un sentido, tal pareciera que se cierran otras vías explicativas cuando
quizá sean complementarias las unas con las otras. Esta conducta del
especialista es producto de una indefinición concreta del marco teórico que
trabaja: cuando una hipótesis se establece, la naturaleza científica obliga a
contrastar a través de los diferentes recursos esa hipótesis. Esto lo han hecho
no sólo los psiquiatras cartesianos sino también el psicoanálisis o las
diferentes corrientes psicológicas. El primer paso, en este sentido, es
justamente aceptar el carácter biopsicosocial de la Salud sin fragmentar a la
mente del cuerpo, a lo social de lo psicológico de lo biológico.
Como decía Baruch Spinoza, cuerpo y mente son una misma experiencia la cual no
puede desvincularse de alguna forma. Las modificaciones a nivel biológico se
expresan a nivel conductual mientras que las modificaciones conductuales
provocan modificaciones biológicas. Afortunadamente, conforme la neurobiología
avanza, cada vez es más evidente este hecho. Efectivamente, el tratamiento
cognitivo conductual produce cambios neurofisiológicos muy similares a los que
produce el tratamiento farmacológico en los trastornos ansiosos o depresivos,
aunque los mecanismos por lo cual lo logra son diferentes. En este sentido,
también ha quedado demostrado que el beneficio de ambas terapias en trastornos
de ansiedad o trastornos afectivos es mucho mayor que el uso de alguna de ellas
sola. Se ha visto que los modelos dopaminérgicos que modulan la respuestas a
los estímulos de recompensa y castigo están asociados a los patrones de crianza
y que estos provocan modificaciones en la conducta de la misma manera que las
alteraciones de los principales centros dopaminérgicos provocan también
modificaciones conductuales. La teoría del doble vinculo de Bateson en la
Esquizofrenia, no difiere, tampoco, mucho de la teoría lacaniana del impasse y la forclusión como mecanismos
asociados al desarrollo de psicosis, y a su vez, estos mensajes ambiguos o
ambivalentes, generan alteraciones a nivel de las zonas asociadas con los
trastornos psicóticos y conductuales. La realidad, es que dentro de la
complejidad del sistema nervioso, los modelos bioquímicos explicativos siguen
siendo tan parciales como los modelos psicosociales; y la evidencia clínica
sugiere que generalmente se trata de un componente heterogéneo de carácter
biopsicosocial tal como establece el modelo de salud que establece la OMS. Así
también, cada vez más evidencia sugiere el beneficio de la combinación de
diferentes modelos que pudiesen, en primer instancia, parecer incompatibles. El
uso de psicoterapia psicoanalítica, asociada al tratamiento farmacológico con
inhibidores selectivos de serotonina ha mostrado mucho mejor beneficio en el
tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo que el puro tratamiento
farmacológico.
Al abordar la Salud Mental se debe siempre tener en
consideración que se trata de un modelo que de ninguna manera es patológico
sino biopsicosocial y que, por lo tanto, no compromete ninguna teoría
explicativa sino que busca ampliar justamente los modelos de abordaje de la
salud más allá de la mente. Cuando busca, así, la definición de salud mental,
se encontrará que es justamente el bienestar físico, mental y social del
individuo en su comunidad, y que compromete desde la prevención hasta la
rehabilitación y que en este camino, como día el gran filosofo Feyerabend, todo sirve.
De tal manera que, ciertamente, existen diferencias
entre los profesionales de la salud mental pero al final, en la procuración de
la salud, debe prevalecer el modelo biopsicosocial que contempla la OMS para la
definición de Salud. Si lográramos poner en perspectiva el principal objetivo
de la procuración de salud y su definición, veríamos que son complementarias y
no excluyentes, que los modelos psicológicos efectivamente explican las
conductas patológicas y normales de la misma forma que los modelos sociales y
biológicos. Al final, como dice la Organización Mundial de la Salud, la salud
es ese estado de completo bienestar
físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades,
definición que, por cierto, no ha sido modificada desde 1948.